Guía práctica para la organización material, técnica y pedagógica de la escuela popular
(Por Celestin Freinet)
Introducción
Se
desea plantear racional y humanamente el problema de la escuela popular.
Decimos
popular, para señalar una etapa nueva en la evolución de la escuela. La escuela
se adapta lentamente, en todos los tiempos y lugares, al sistema económico, social
y político que la domina. Esta adaptación es un hecho, ya se lamente o sea
motivo de satisfacción; una ojeada rápida a los dos mil años de nuestra
historia nos ofrecerá de inmediato prueba de ello.
En
la edad media, nos dicen, los señores estaban muy pocos instruidos y no siempre
sabían leer, y escribir no eran
indispensables para la función social del señor. Sin embargo no se descuidaba
ni su formación de seño, ni la de cazador o guerrero. Incluso esta formación
tenía la originalidad envidiable de no ser libresca o formal, sino
esencialmente activa y práctica: preparación del joven señor como paje, iniciación en la caza, a la
equitación. Era una escuela ligada a la vida que respondía en una amplia medida
a las necesidades individuales y sociales de la época; la adaptación era
satisfactoria para el medio que se trataba.
Las
catedrales y abadía también tuvieron sus escuelas especiales, donde se acogía a
niño de todas las condiciones, su formación tenía un objetivo preciso: la iniciación
de los futuros hombre de iglesia.
Pedagogía
y técnica estaban adaptadas a estos fines.
La
creciente burguesía tuvo a su vez escuelas, donde enseño la lectura y la
escritura
Nueva
etapa en el siglo XIX: la instrucción del pueblo se convierte en una necesidad económica.
El capitalismo triunfante instituyo entonces la escuela pública que también se adaptó, al menos durante un
periodo, en el fondo no se trataba de educar al pueblo, sino de prepararlo para cumplir con la máxima
eficacia racional las nuevas tarea que le imponía el maquinismo. Sin las
técnicas básicas de leer, escribir y contar, el proletario era solo un obrero mediocre.
Esta adaptación era casi perfecta en el periodo 1890- 1914. Los filósofos
exaltaban las virtudes de los nuevos dioses. La razón y la ciencia; la patria
parecía sólidamente cimentada y los comerciantes de todo tipo hacían buenos
negocios en un ambiente de seguridad.
Sin
embargo se, se rompió el encanto, contribuyendo a ello en un grado elevado la
macabra engañifa de 1914- 1918. Poco a poco, los más clarividentes y los
mejores de entre el pueblo tomaron conciencia del destino de su clase y de la
mentira interesada de la educación que
había recibido.
La
clase popular comenzó su lucha para adaptar la educación de sus hijos a sus
necesidades específicas. La escuela laica empezó a declinar, los maestros de
vanguardia trataron de apresurar la evolución readaptando lo mejor posible el
organismo desequilibrado; También los propios filósofos formularon los planes teóricos
de la nueva educación.
Esta
escuela pública, adaptada a la vida del periodo 1890-1914 y que se obstina en
una concepción pedagógica, técnica, intelectual y moral hoy superada, ya no
respondo ni a un modo de vida, ni a las aspiraciones de un proletariado, ya no
responde ni al modo de vida, ni a las aspiraciones de un proletariado que, cada
día, tiene más conciencia de su papel histórico y humano.
La
escuela no prepara más para la vida, ni sirve ya a la vida, ni sirve ya a la
vida, siendo esta su condenación definitiva
y radical. La verdadera formación de los niños, su adaptación al mundo
actual y a las posibilidades de mañana, se practican, cada vez más y de un modo
más o menos metódico, fuera de la escuela, porque la escuela no las satisface
en absoluto. Y se da el hecho característico de que los nuevos conductores de
pueblo, ya sean obreros militantes, organizadores de cooperativas, jefes del
ejército o supremos dirigentes políticos, con frecuencia son hombres que la
escuela pública desconoció por rechazo.
Estamos
en esta situación: un foso, que cada día es más profundo, va aumentando la
separación entre la escuela publica tradicional, mejor o peor adaptada a la
democracia capitalista de principios de siglo, y las necesidades imperiosa de
una clase que siente la necesidad de formar a las nuevas generaciones, a imagen
de la sociedad que vislumbra, cuya edificación majestuosa ha comenzado.
Principios generales de la
adaptación de la nueva conducta escolar al medio ambiente
Así
pues se impone una readaptación de nuestra escuela pública , para una educación
que responda a las necesidades individuales, sociales, intelectuales, técnicas
y morales de la vida del pueblo en los tiempos de la electricidad, la aviación,
el cine , la radio, el periódico, la imprenta, el teléfono, la televisión , en
un mundo que estamos pronto sea el del socialismo triunfante.
Recordaremos
aquí brevemente los principios esenciales que nos van a guiar en esta
readaptación.
Finalidad de la educación
Los padres y la sociedad- esos padrinos
naturales de nuestra escuela pública, razonan con mucha frecuencia como el
capitalista interesado.
Para
la mayoría de los padres, en efecto, lo que importa no es la formación, el
profundo enriquecimiento de la personalidad de sus hijos, sino la
suficiente instrucción que permita
afrontar los exámenes, ocupar las plazas envidadas, es la consecuencia de una
concepción demasiado directamente
utilitaria de la cultura, de la creencia en la única virtud de la adquisición
formal.
Por
otro lado, la sociedad no es ni más comprensiva ni más generosa. Lo que le
obsesiona es el inmediato mañana. Pide a la escuela que prepare al niño solo para este mañana inmediato, para los
objetivos inmediatos que impone y que
pueden no ser más racionales, ni más humanos, que aquellos cuyo nombre invocaba
el industrial para emprender la
fabricación en serie y el lanzamiento de
un objeto inútil a la sociedad , o quizá peligroso y nocivo.
El
verdadero fin educativo podemos definirlo: el niño desarrollara al máximo su
personalidad en el seno de una comunidad racional a la que el mismo sirve y que le sirve. Cumplirá su destino, elevándose a la dignidad y a la
potencialidad del hombre, que se prepara
así a trabajar eficazmente, cuando sea adulto, lejos de mentiras
intercedas, para la realización de una sociedad armoniosa y equilibrada.
Pero
también sabemos que esto es un ideal, aunque
no es superfluo el formulario.
La escuela centrada en el
niño
Tecni8camnete
hablando, la escuela tradicional se centraba en la materia que debía enseñar y
en los programas que definían esta materia, la precisaban y la jerarquizaban.
La organización escolar, los maestros y los alumnos debían someterse a sus
exigencias. La escuela del mañana se centrara en el niño como miembro de la
comunidad. Las técnicas (manuales e intelectuales) que se deben dominar, las
materias de enseñanza, el sistema de adquisición, las modalidades de la
educación surgirán de las necesidades
esenciales del niño en función de las necesidades de la sociedad a la que
pertenece.
El propio niño construye
su personalidad con nuestra ayuda
Como
hoy día no podemos pretender conducir metódica y científicamente a los niños,
administrando a cada uno de ello la educación que le conviene, nos
contentaremos con prepararles y ofrecerles un medio ambiente, un material y una
técnica que les ayude en su formación; con preparar los caminos por los que se
lanzará, según sus aptitudes, gustos y sus necesidades.
Ya no daremos más importancia a la materia que
se memoriza, ni a los rudimentos de la ciencia que se debe estudiar:
a)
A la salud y al ánimo vital del individuo
b)
A la riqueza del medio educativo
c)
Al material y alas técnicas que, en este medio, permitirán
la educación natural, viva y completa que defendemos.
La escuela de mañana será
la escuela del trabajo
El
trabajo ser el gran principio, motor y filosofía de la pedagogía popular, la
actividad a partir de la cual se desarrollará todas las adquisiciones.
En
la sociedad del trabajo la escuela regenerada y encauzada de este modo se
integrara perfectamente al proceso general de la vida ambiental, construyendo
una rueda del gran mecanismo del cual hoy se ve apartada demasiado
arbitrariamente.
Una
disciplina racional que emana el trabajo organizado.
Este
nuevo enfoque pedagógico y social conlleva una armonía nueva que suscita un
orden profundo y funcional, una disciplina que es el propio orden en la
organización de la actividad y del trabajo, una eficacia que resulta de una
racionalización humana de la vida escolar.
La
escuela del mañana no será de ninguna forma como afirman a menudo los
detractores. Por el contrario será la más disciplinada que exista debido a
su superior organización. Lo que habrá
desaparecido de ella es efectivamente esa disciplina exterior y formal sin la
cual la escuela actual solo sería el caos y la nada. La disciplina de la
escuela del mañana será la expresión natural y el resultado de la organización
funcional e la actividad y de la vida de la comunidad escolar.
Una escuela del siglo XX
para el hombre del siglo XX
La
escuela imbuida así de una vida nueva a imagen del medio, deberá pues adaptar,
no solo sus locales, sus programas y sus horarios, sino también sus
instrumentos de trabajo y sus técnicas, a las conquistas esenciales del
progreso en nuestra época. No sigamos acomodados por más tiempo a una escuela que lleva un retraso de cien
años por su verborrea, sus manuales, sus manuscritos, el balbuceo de sus
lecciones, la recitación de sus resúmenes, la caligrafía de sus modelos.
Esta readaptación se hará
partiendo de la base
Esta
readaptación y esta modernización no se
harán bajo el signo de la fantasía o de la moda, ni incluso por decreto
superior de las autoridades, al menos en lo que se refiere a los detalles.
Esta
adaptación se hará bajo el signo del equilibrio y de la armonía al servicio
de la vida. Y esta supone una
educación arraigada mejor que nunca, basada en la familia, la tradición, en el
esfuerzo perseverante de los hombres que nos han precedido; una formación que
no descienda desde lo alto, cualquiera que sean la comprensión y la buena voluntad
de la autoridad que lo decrete, sino que sube desde la vida ambiental, bien
arraigada, bien nutrida , vigorosa y firme , capaz de hacer subir hasta muy
alto, en el esplendor de un destino provechoso, a los niños que están llamados
a construir un mundo mejor que este , que nosotros hemos permitido que se
derrumbara como un lamentable castillo de naipes.
La
escuela del pueblo no podrá existir sin la sociedad popular
Nuestra
insistencia en vincular la obra del mañana con un pasado que sabemos que está
condenado no podría interpretarse como una tendencia al estatismo político y
económico. Por el contrario, la escuela
va siempre a la zaga de las conquistas sociales con un retraso más o menos
lamentable. Nosotros debemos reducir este retraso y esto constituirá ya una
apreciable victoria.
El
feudalismo tuvo su escuela feudal: la
iglesia poseyó una educación peculiar,
el capitalismo ha generado una escuela bastarda, con su palabrería humanista
que disfraza su t8imidez social y su inmovilidad técnica. Si el pueblo accede
al poder tendrá su escuela y su pedagogía. Este acceso ya ha comenzado. No
esperemos más para adaptar nuestra educación al mundo nuevo que va a nacer.