lunes, 16 de diciembre de 2013

LA ESCUELA MODERNA FRANCESA

Guía práctica para la organización material, técnica y pedagógica de la escuela popular 


(Por Celestin Freinet)


Introducción

Se desea plantear racional y humanamente el problema de la escuela popular.
Decimos popular, para señalar una etapa nueva en la evolución de la escuela. La escuela se adapta lentamente, en todos los tiempos y lugares, al sistema económico, social y político que la domina. Esta adaptación es un hecho, ya se lamente o sea motivo de satisfacción; una ojeada rápida a los dos mil años de nuestra historia nos ofrecerá de inmediato prueba de ello.
En la edad media, nos dicen, los señores estaban muy pocos instruidos y no siempre sabían leer, y escribir  no eran indispensables para la función social del señor. Sin embargo no se descuidaba ni su formación de seño, ni la de cazador o guerrero. Incluso esta formación tenía la originalidad envidiable de no ser libresca o formal, sino esencialmente activa y práctica: preparación del joven  señor como paje, iniciación en la caza, a la equitación. Era una escuela ligada a la vida que respondía en una amplia medida a las necesidades individuales y sociales de la época; la adaptación era satisfactoria para el medio que se trataba.
Las catedrales y abadía también tuvieron sus escuelas especiales, donde se acogía a niño de todas las condiciones, su formación tenía un objetivo preciso: la iniciación de los futuros hombre de iglesia.
Pedagogía y técnica estaban adaptadas a estos fines.
La creciente burguesía tuvo a su vez escuelas, donde enseño la lectura y la escritura
Nueva etapa en el siglo XIX: la instrucción del pueblo se convierte en una necesidad económica. El capitalismo triunfante instituyo entonces la escuela pública  que también se adaptó, al menos durante un periodo, en el fondo no se trataba de educar al pueblo,  sino de prepararlo para cumplir con la máxima eficacia racional las nuevas tarea que le imponía el maquinismo. Sin las técnicas básicas de leer, escribir y contar, el proletario era solo un obrero mediocre. Esta adaptación era casi perfecta en el periodo 1890- 1914. Los filósofos exaltaban las virtudes de los nuevos dioses. La razón y la ciencia; la patria parecía sólidamente cimentada y los comerciantes de todo tipo hacían buenos negocios en un ambiente de seguridad.
Sin embargo se, se rompió el encanto, contribuyendo a ello en un grado elevado la macabra engañifa de 1914- 1918. Poco a poco, los más clarividentes y los mejores de entre el pueblo tomaron conciencia del destino de su clase y de la mentira interesada  de la educación que había recibido.
La clase popular comenzó su lucha para adaptar la educación de sus hijos a sus necesidades específicas. La escuela laica empezó a declinar, los maestros de vanguardia trataron de apresurar la evolución readaptando lo mejor posible el organismo desequilibrado; También los propios filósofos formularon los planes teóricos de la nueva educación.
Esta escuela pública, adaptada a la vida del periodo 1890-1914 y que se obstina en una concepción pedagógica, técnica, intelectual y moral hoy superada, ya no respondo ni a un modo de vida, ni a las aspiraciones de un proletariado, ya no responde ni al modo de vida, ni a las aspiraciones de un proletariado que, cada día, tiene más conciencia de su papel histórico y humano.
La escuela no prepara más para la vida, ni sirve ya a la vida, ni sirve ya a la vida, siendo esta su condenación definitiva  y radical. La verdadera formación de los niños, su adaptación al mundo actual y a las posibilidades de mañana, se practican, cada vez más y de un modo más o menos metódico, fuera de la escuela, porque la escuela no las satisface en absoluto. Y se da el hecho característico de que los nuevos conductores de pueblo, ya sean obreros militantes, organizadores de cooperativas, jefes del ejército o supremos dirigentes políticos, con frecuencia son hombres que la escuela pública desconoció por rechazo.
Estamos en esta situación: un foso, que cada día es más profundo, va aumentando la separación entre la escuela publica tradicional, mejor o peor adaptada a la democracia capitalista de principios de siglo, y las necesidades imperiosa de una clase que siente la necesidad de formar a las nuevas generaciones, a imagen de la sociedad que vislumbra, cuya edificación majestuosa ha comenzado.

Principios generales de la adaptación de la nueva conducta escolar al medio ambiente
Así pues se impone una readaptación de nuestra escuela pública , para una educación que responda a las necesidades individuales, sociales, intelectuales, técnicas y morales de la vida del pueblo en los tiempos de la electricidad, la aviación, el cine , la radio, el periódico, la imprenta, el teléfono, la televisión , en un mundo que estamos pronto sea el del socialismo triunfante.
Recordaremos aquí brevemente los principios esenciales que nos van a guiar en esta readaptación.

Finalidad de la educación

 Los padres y la sociedad- esos padrinos naturales de nuestra escuela pública, razonan con mucha frecuencia como el capitalista interesado.
Para la mayoría de los padres, en efecto, lo que importa no es la formación, el profundo enriquecimiento de la personalidad de sus hijos, sino la suficiente  instrucción que permita afrontar los exámenes, ocupar las plazas envidadas, es la consecuencia de una concepción  demasiado directamente utilitaria de la cultura, de la creencia en la única virtud de la adquisición formal.
Por otro lado, la sociedad no es ni más comprensiva ni más generosa. Lo que le obsesiona es el inmediato mañana. Pide a la escuela que prepare al niño  solo para este mañana inmediato, para los objetivos inmediatos que impone  y que pueden no ser más racionales, ni más humanos, que aquellos cuyo nombre invocaba el industrial  para emprender la fabricación  en serie y el lanzamiento de un objeto inútil a la sociedad , o quizá peligroso y nocivo.
El verdadero fin educativo podemos definirlo: el niño desarrollara al máximo su personalidad en el seno de una comunidad racional a la que el mismo sirve  y que le sirve. Cumplirá su  destino, elevándose a la dignidad y a la potencialidad del hombre, que se prepara  así a trabajar eficazmente, cuando sea adulto, lejos de mentiras intercedas, para la realización de una sociedad armoniosa y equilibrada.
Pero también sabemos que esto es un ideal, aunque  no es superfluo el formulario.

La escuela centrada en el niño

Tecni8camnete hablando, la escuela tradicional se centraba en la materia que debía enseñar y en los programas que definían esta materia, la precisaban y la jerarquizaban. La organización escolar, los maestros y los alumnos debían someterse a sus exigencias. La escuela del mañana se centrara en el niño como miembro de la comunidad. Las técnicas (manuales e intelectuales) que se deben dominar, las materias de enseñanza, el sistema de adquisición, las modalidades de la educación surgirán de  las necesidades esenciales del niño en función de las necesidades de la sociedad a la que pertenece.

El propio niño construye su personalidad con nuestra ayuda
Como hoy día no podemos pretender conducir metódica y científicamente a los niños, administrando a cada uno de ello la educación que le conviene, nos contentaremos con prepararles y ofrecerles un medio ambiente, un material y una técnica que les ayude en su formación; con preparar los caminos por los que se lanzará, según sus aptitudes, gustos y sus necesidades.
 Ya no daremos más importancia a la materia que se memoriza, ni a los rudimentos de la ciencia que se debe estudiar:
a)     A la salud y al ánimo vital del individuo
b)     A la riqueza del medio educativo
c)      Al material y alas técnicas que, en este medio, permitirán la educación natural, viva y completa que defendemos.

La escuela de mañana será la escuela del trabajo

El trabajo ser el gran principio, motor y filosofía de la pedagogía popular, la actividad a partir de la cual se desarrollará todas las adquisiciones.
En la sociedad del trabajo la escuela regenerada y encauzada de este modo se integrara perfectamente al proceso general de la vida ambiental, construyendo una rueda del gran mecanismo del cual hoy se ve apartada demasiado arbitrariamente.
Una disciplina racional que emana el trabajo organizado.
Este nuevo enfoque pedagógico y social conlleva una armonía nueva que suscita un orden profundo y funcional, una disciplina que es el propio orden en la organización de la actividad y del trabajo, una eficacia que resulta de una racionalización humana de la vida escolar.
La escuela del mañana no será de ninguna forma como afirman a menudo los detractores. Por el contrario será la más disciplinada que exista debido a su  superior organización. Lo que habrá desaparecido de ella es efectivamente esa disciplina exterior y formal sin la cual la escuela actual solo sería el caos y la nada. La disciplina de la escuela del mañana será la expresión natural y el resultado de la organización funcional e la actividad y de la vida de la comunidad escolar.

Una escuela del siglo XX para el hombre del siglo XX

La escuela imbuida así de una vida nueva a imagen del medio, deberá pues adaptar, no solo sus locales, sus programas y sus horarios, sino también sus instrumentos de trabajo y sus técnicas, a las conquistas esenciales del progreso en nuestra época. No sigamos acomodados  por más tiempo  a una escuela que lleva un retraso de cien años por su verborrea, sus manuales, sus manuscritos, el balbuceo de sus lecciones, la recitación de sus resúmenes, la caligrafía de sus modelos.

Esta readaptación se hará partiendo de la base

Esta readaptación  y esta modernización no se harán bajo el signo de la fantasía o de la moda, ni incluso por decreto superior de las autoridades, al menos en lo que se refiere a los detalles.
Esta adaptación se hará bajo el signo del equilibrio y de la armonía  al servicio  de la vida. Y esta supone   una educación arraigada mejor que nunca, basada en la familia, la tradición, en el esfuerzo perseverante de los hombres que nos han precedido; una formación que no descienda desde lo alto, cualquiera que sean la comprensión y la buena voluntad de la autoridad que lo decrete, sino que sube desde la vida ambiental, bien arraigada, bien nutrida , vigorosa y firme , capaz de hacer subir hasta muy alto, en el esplendor de un destino provechoso, a los niños que están llamados a construir un mundo mejor que este , que nosotros hemos permitido que se derrumbara como un lamentable castillo de naipes.
La escuela del pueblo no podrá existir sin la sociedad popular
Nuestra insistencia en vincular la obra del mañana con un pasado que sabemos que está condenado no podría interpretarse como una tendencia al estatismo político y económico.  Por el contrario, la escuela va siempre a la zaga de las conquistas sociales con un retraso más o menos lamentable. Nosotros debemos reducir este retraso y esto constituirá ya una apreciable victoria.

El feudalismo tuvo su escuela  feudal: la iglesia  poseyó una educación peculiar, el capitalismo ha generado una escuela bastarda, con su palabrería humanista que disfraza su t8imidez social y su inmovilidad técnica. Si el pueblo accede al poder tendrá su escuela y su pedagogía. Este acceso ya ha comenzado. No esperemos más para adaptar nuestra educación al mundo nuevo que va a nacer. 

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