El texto nos plantea que debemos
diferenciar entre pedagogía y práctica pedagógica o práctica de la enseñanza
para formular preguntas epistemológicas a la historicidad del saber pedagógico.
Las discusiones actuales sobre la
enseñanza demandan, no tanto una reflexión sobre los problemas prácticos y
especializados de la enseñanza.
El espacio que convoca la relación
de la pedagogía y en la práctica pedagógica es un espacio de saber en el cual
unas regiones de conceptos de una disciplina o teoría tienen una forma de
existencia social en las instituciones.
Dice la autora que para el
análisis con orientación epistemología es necesario recurrir a los discursos
que representa las regiones de reconocimiento de mayor fecundidad.
La pedagogía nombra una disciplina
que enfrenta en la actualidad un reto decisivo para re conceptualizar aéreas de
la didáctica, de tal manera que pueda llegar a plantear métodos y no un método
para la enseñanza. El soporte de la pedagogía pero puede pensarse como un
simple procedimiento es el método.
La práctica pedagógica nombra los
procesos de institucionalización del saber pedagógico, es decir, su
funcionamiento en las instituciones educativas. Los procesos de
institucionalización normatiza tanto a la pedagogía como a cualquier otro
saber.
Se debe hacer esta distinción para
evitar errores:
ü Confundir docencia con pedagogía. O sea profundizar entre estos dos
términos que nos permitirá entender que la pedagogía va más allá de la manera
de enseñar.
ü Confundir la práctica científica con la práctica de la enseñanza. Puede
decirse que la práctica de la enseñanza se nutre de la práctica científica y no
a la inversa, y que la práctica de la enseñanza es lento para trasformar sus
contenidos y las formas de enseñarlos en relación en los avances de la parte
científica.
Cualquier tipo de discusión de la
pedagogía que la confunda con la docencia y desconozca su historicidad es una
discusión estéril.
Debemos también hacer una
distinción entre los sujetos de la enseñanza: Por una parte está el que se
relaciona con la ciencia, el maestro. Y por otro lado está el docente, no
reconocido por su método, sino por el saber que trasmite.
La autora dice que quedo precisado
la diferencia entre la pedagogía y la práctica de la enseñanza y que entre
ellas hay una relación entre ambas.
Hace referencia a JUAN AMOS
COMENIO cuando en su DIDACTICA MAGNA habla de la escuela y de sus niveles: la
escuela materna, de letras o común, latina y academia y para estas escuelas nos
haba de métodos de enseñanza diferenciando en orden a la edad y al desarrollo
de los alumnos.
Comenio plantea varios métodos,
para las ciencias, para la enseñanza de las costumbres, de las lenguas, pero
que no llega hasta la academia.
Dice la autora que Comenio nos
insinúa, que cada saber tendría en la academia su método.
La tecnología educativa es el
primer intento de universalizar un método para todos los diferentes saberes.
Tiene una respuesta desde un método que se aplica indiscriminadamente a cualquier
tipo de saber y a cualquier tipo de discurso; lo esencial es la enseñanza.
HISTORIA EPISTEMOLÓGICA DE
LA PEDAGOGÍA O HISTORIA DEL SABER PEDAGÓGICO
Sabemos que para formular preguntas epistemológicas a la Pedagogía se requiere la elaboración de un análisis histórico con herramientas tomadas de la historia de las ciencias.
Para el
caso de la Pedagogía, la historia epistemológica sería una herramienta
inadecuada, puesto que el tipo de historia se elige de acuerdo con el nivel
alcanzado por un discurso.
En este
texto se pretende analizar el proceso de fundamentación y constitución del
saber pedagógico desde la Modernidad y discutir los principales conceptos
fundadores de la pedagogía expuestos desde su historicidad. Se
intenta además, investigar el status epistemológico de la pedagogía y la
relación que tiene con otras disciplinas en su proceso de constitución teórica,
apoyando tal análisis en los conceptos operacionales de la historia
epistemológica.
Es preciso tener en cuenta con respecto a la posibilidad y necesidad de la fundamentación de la pedagogía que hay entenderla como un saber o disciplina en construcción y en permanente reelaboración. Es necesario, más que conocer o "dominar" una disciplina, apropiarse creativa o productivamente de la misma y, en este sentido, estar más bien en capacidad de descubrir o plantear nuevos problemas. (No se aprende para saber cada vez más o para acumular conocimientos, con un afán meramente erudito, sino por lo pronto, para interrogar mejor, para saber interrogar).
Más que entender el saber pedagógico como un asunto ya terminado, del que solo se pretende su apropiación memorística, se debe trabajar en forma histórica-epistemológica, es decir, elaborando -o descubriendo, lo que supone necesariamente el enfoque investigativo- el proceso específico de su construcción o constitución histórica, tratando sobre todo de reconstruir teóricamente el problema que en su momento histórico fue planteado y cómo se le dio una respuesta determinada.
Este es el sentido formativo de la historia de la pedagogía. No se trata de una erudición para alimentar una supuesta avidez de conocimiento (como a veces identifica algún profesor la dependencia que en forma errónea ha hecho surgir con respecto a sus alumnos). Se abandona, pues, el ideal de la erudición o enciclopedismo como fin u objetivo pedagógico en este caso de la enseñanza de la historia de la pedagogía. (Esta sería la más clara "terapia" pedagógica que podría llevar a cabo un educador orientado por un enfoque crítico y epistemológico en su práctica de enseñanza).
Este enfoque histórico del saber pedagógico permitirá lograr una apropiación crítica y re-creativa del mismo, porque al entender epistemológica e históricamente cómo se han construido los objetos teóricos al interior del discurso pedagógico, se estará en capacidad no solo de comprender y conceptualizar los problemas y las condiciones teóricas que los hicieron posibles, sino de poder encontrar y formular nuevos objetos de conocimiento.
Una de las razones de la recurrencia a los pedagogos (o a un autor del pasado) radica en el sentido formativo, que tiene el pensar o el re-pensar los conceptos o teorías pedagógicos que fueron elaborados en un momento histórico determinado. Habría que reconocer el placer o satisfacción intelectual que ello producirá en quien hiciera este análisis histórico como un inmenso resultado adicional. Pero, lógicamente este no sería el único resultado esperado. Lo más esencial sería que este contacto (aproximación o apropiación) con el pasado de la pedagogía, como disciplina en formación, pueda afianzar o sustentar cada vez la vigencia actual del saber pedagógico.
No se puede pretender "captar" los contenidos de una teoría pedagógica reduciéndolos a meros "resultados" -que habría que aplicar en una situación concreta de enseñanza-: ésta es la obsesión por la práctica metodológica que siempre ha tenido el educador, es decir, éste supone que lo que realmente importa en última instancia debe resolverse en la práctica áulica, o sino no debe ser objeto de su consideración.
Es necesario precisar el concepto de reconstrucción asignada a la pedagogía con el propósito de reivindicar su historicidad. No se trata de entenderla a la manera positivista como la reconstrucción exacta, lo más fiel posible, del pasado del saber pedagógico -o incluso tal como se la entendía hace unos años-: como reconstrucción del pasado de la educación, haciendo el recuento, desde la más antigua de las civilizaciones, de las diversas formas históricas del sistema educativo.
En ese sentido, precisamente, una lectura actual de los autores propuestos, por ejemplo de Comenio, nos debe permitir, al contrario de lo que se pueda opinar, comprender su actualidad, es decir, no leerlo solo en cuanto que como clásico de la pedagogía sea el padre de la pedagogía moderna, y tal vez el precursor de la contemporánea, sino porque al intentar comprender la problematización que estaba haciendo y contextualizar su pretensión con respecto a la educación, estaríamos aprendiendo a hacer lo mismo con respecto a la situación de la educación en el momento actual. Comenio nos sigue enseñando. Su intención pedagógica aún nos está implicando. Por eso aún ahora y sobre todo actualmente nos interesa o nos debe interesar volver a Comenio.
De esta forma, su lectura comprensiva, crítica y hermenéutica (es como la forma de interpretar un texto) -no sólo de éste, sino también de los otros pedagogos de la Modernidad propuestos- debe tener un carácter FORMATIVO para nosotros hoy en día: nos formamos pedagógicamente a través y mediante esta lectura, que no es la que hasta ahora se ha impuesto como la única posible, sino la lectura como apoyo a la discusión y a la reflexión, esto es, a la comprensión.
Referencia del autor Comenio
Proyectamos una luz hacia el pasado de un saber, la pedagogía, y ésta nos presenta de pronto toda su problemática. Identificamos no sólo los problemas que se planteaban en el pasado, y sobre todo, por qué se planteaban, -por qué Comenio no es tanto el sujeto histórico que podemos situar con unos rasgos biográficos entre tal y cual fecha, sino cómo y por qué retoma una reflexión que otros, antes de él, venían haciendo como Vives, Ratke, Bacon, Descartes, Montaigne. Locke, etc., con el intento de cambiar una supuesta educación escolástica.
¿Qué le debe reconocer la pedagogía contemporánea a Comenio?
Es preciso tener en cuenta con respecto a la posibilidad y necesidad de la fundamentación de la pedagogía que hay entenderla como un saber o disciplina en construcción y en permanente reelaboración. Es necesario, más que conocer o "dominar" una disciplina, apropiarse creativa o productivamente de la misma y, en este sentido, estar más bien en capacidad de descubrir o plantear nuevos problemas. (No se aprende para saber cada vez más o para acumular conocimientos, con un afán meramente erudito, sino por lo pronto, para interrogar mejor, para saber interrogar).
Más que entender el saber pedagógico como un asunto ya terminado, del que solo se pretende su apropiación memorística, se debe trabajar en forma histórica-epistemológica, es decir, elaborando -o descubriendo, lo que supone necesariamente el enfoque investigativo- el proceso específico de su construcción o constitución histórica, tratando sobre todo de reconstruir teóricamente el problema que en su momento histórico fue planteado y cómo se le dio una respuesta determinada.
Este es el sentido formativo de la historia de la pedagogía. No se trata de una erudición para alimentar una supuesta avidez de conocimiento (como a veces identifica algún profesor la dependencia que en forma errónea ha hecho surgir con respecto a sus alumnos). Se abandona, pues, el ideal de la erudición o enciclopedismo como fin u objetivo pedagógico en este caso de la enseñanza de la historia de la pedagogía. (Esta sería la más clara "terapia" pedagógica que podría llevar a cabo un educador orientado por un enfoque crítico y epistemológico en su práctica de enseñanza).
Este enfoque histórico del saber pedagógico permitirá lograr una apropiación crítica y re-creativa del mismo, porque al entender epistemológica e históricamente cómo se han construido los objetos teóricos al interior del discurso pedagógico, se estará en capacidad no solo de comprender y conceptualizar los problemas y las condiciones teóricas que los hicieron posibles, sino de poder encontrar y formular nuevos objetos de conocimiento.
Una de las razones de la recurrencia a los pedagogos (o a un autor del pasado) radica en el sentido formativo, que tiene el pensar o el re-pensar los conceptos o teorías pedagógicos que fueron elaborados en un momento histórico determinado. Habría que reconocer el placer o satisfacción intelectual que ello producirá en quien hiciera este análisis histórico como un inmenso resultado adicional. Pero, lógicamente este no sería el único resultado esperado. Lo más esencial sería que este contacto (aproximación o apropiación) con el pasado de la pedagogía, como disciplina en formación, pueda afianzar o sustentar cada vez la vigencia actual del saber pedagógico.
No se puede pretender "captar" los contenidos de una teoría pedagógica reduciéndolos a meros "resultados" -que habría que aplicar en una situación concreta de enseñanza-: ésta es la obsesión por la práctica metodológica que siempre ha tenido el educador, es decir, éste supone que lo que realmente importa en última instancia debe resolverse en la práctica áulica, o sino no debe ser objeto de su consideración.
Es necesario precisar el concepto de reconstrucción asignada a la pedagogía con el propósito de reivindicar su historicidad. No se trata de entenderla a la manera positivista como la reconstrucción exacta, lo más fiel posible, del pasado del saber pedagógico -o incluso tal como se la entendía hace unos años-: como reconstrucción del pasado de la educación, haciendo el recuento, desde la más antigua de las civilizaciones, de las diversas formas históricas del sistema educativo.
En ese sentido, precisamente, una lectura actual de los autores propuestos, por ejemplo de Comenio, nos debe permitir, al contrario de lo que se pueda opinar, comprender su actualidad, es decir, no leerlo solo en cuanto que como clásico de la pedagogía sea el padre de la pedagogía moderna, y tal vez el precursor de la contemporánea, sino porque al intentar comprender la problematización que estaba haciendo y contextualizar su pretensión con respecto a la educación, estaríamos aprendiendo a hacer lo mismo con respecto a la situación de la educación en el momento actual. Comenio nos sigue enseñando. Su intención pedagógica aún nos está implicando. Por eso aún ahora y sobre todo actualmente nos interesa o nos debe interesar volver a Comenio.
De esta forma, su lectura comprensiva, crítica y hermenéutica (es como la forma de interpretar un texto) -no sólo de éste, sino también de los otros pedagogos de la Modernidad propuestos- debe tener un carácter FORMATIVO para nosotros hoy en día: nos formamos pedagógicamente a través y mediante esta lectura, que no es la que hasta ahora se ha impuesto como la única posible, sino la lectura como apoyo a la discusión y a la reflexión, esto es, a la comprensión.
Referencia del autor Comenio
Proyectamos una luz hacia el pasado de un saber, la pedagogía, y ésta nos presenta de pronto toda su problemática. Identificamos no sólo los problemas que se planteaban en el pasado, y sobre todo, por qué se planteaban, -por qué Comenio no es tanto el sujeto histórico que podemos situar con unos rasgos biográficos entre tal y cual fecha, sino cómo y por qué retoma una reflexión que otros, antes de él, venían haciendo como Vives, Ratke, Bacon, Descartes, Montaigne. Locke, etc., con el intento de cambiar una supuesta educación escolástica.
¿Qué le debe reconocer la pedagogía contemporánea a Comenio?
Se puede
plantear esta pregunta no tanto para rastrear el carácter de precursores
que se ha empezado a reconocerles a Comenio y a otros pedagogos clásicos con
respecto a algunas propuestas pedagógicas actuales como el constructivismo, por
ejemplo. No se trata de hacer esta lectura puntual, casuística, para terminar
diciendo que algunas ideas actuales, como la de que el educando debe buscar por
sí mismo el conocimiento, ya las había anunciado Rousseau. No se trata de
volver al pasado de la pedagogía, a las teorías pedagógicas que ya se
consideran superadas, ancladas en el pasado, para reconocerles el aporte que
hicieron y que aún es vigente en el presente. Estaríamos volviendo al pasado
con el enfoque o la mirada del que está haciendo el inventario para ver qué ha
quedado de ese pasado, de esas teorías que ya son del pasado, que ya han
quedado atrás. Sería la mirada del erudito que haciendo un balance previo,
hace el recuento de todo lo que recibe de un pasado. No se trata
entonces, de volver a la historia de la pedagogía en cuanto pasado, en
devolvernos en el transcurso del tiempo. Para encontrar lo que podría ser la
fuente original de la pedagogía. No se trata de pretender una reconstrucción
exacta en este sentido, de “investigar” qué dijeron exactamente los pedagogos.
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